El voto en urna de los emigrantes garantiza la transparencia y evita las sospechas (o las maniobras) de fraude
Desde aquel referéndum de la reforma política cuando, en setiembre de 1976, los emigrantes españoles -en ese caso residentes en países europeos- se convirtieron en los primeros que pudieron votar desde el exterior en una elección española, el voto de los emigrantes es motivo de polémica, semillero de sospechas de fraude y, consecuentemente, fuente de cruzadas acusaciones.
Por supuesto que en esto nada tienen que ver los emigrantes. Ellos sólo aspiran que se respete el ejercicio de sus derechos cívicos y se garantice la transparencia de los procesos electorales. Es la dirigencia política que parece mas dispuesta a defender sus intereses electorales, que respetar el derecho que asiste a todo emigrante de emitir el voto sin que luego pueda ser cuestionada la limpieza del sufragio.
¿Cuál es el motivo de tanta controversia?. Es el voto postal el que origina las sospechas de manipulación. Las acusaciones generalmente parten de los políticos que están en la oposición y así ocurre hasta que llegan al gobierno y, como sucede con tantas otras promesas, se olvidan de cumplir con la prometida reforma, es decir, promover el voto en urna para garantizar la transparencia.
Cabe recordar que, en 2001, el PSOE apoyó una propuesta parlamentaria propiciando el voto en urna, contra la opinión del PP pero, en 2005, fue el PSOE el que impidió aprobar el sistema. Ahora fue la vicepresidenta del gobierno, María Teresa Fernández de la Vega, quien sigue sosteniendo la posición socialista contra el voto en urna con argumentos realmente ridículos.
Dijo que se necesitarían miles de urnas para la elección de diputados y otras tantas para senadores. Cabe preguntar ¿dónde aprendió a votar esta señora?. ¿No sabe que todos los votos van en la misma urna y los sobres son diferentes?. Se preocupa también por la cantidad de boletas, sin advertir que ahora se gastan muchas mas porque cada elector recibe las boletas de todos los candidatos y sólo emplea una. Además, quiere evitar que el emigrante deba caminar mucho para llegar a la mesa electoral. No conoce, acaso, que además de los consulados existen en Argentina y muchos otros países centenares de instituciones españolas donde pueden funcionar los comicios, con sus autoridades y fiscales. Y si alguno no pudiera llegar, tendría la posibilidad de apelar al voto rogado y votar por correo. confirmando su voto con la copia del pasaporte español
La señora de la Vega dijo que en vez de pensar en la urna están pensando en el voto electrónico, o a través de Internet. Celebramos lo avanzado del pensamiento tecnológico de la señora vicepresidenta y nos preguntamos, sin que nadie se sienta ofendido, ¿Qué porcentaje de emigrantes acudirán presurosos a operar con su PC en la lucha electoral?.
En cuanto al voto postal no sólo puede ser manipulado maliciosamente, sino que tampoco ofrece garantías por ser un mecanismo que escapa al control de las autoridades responsables de asegurar la limpieza del comicio. En primer lugar, el voto debe ser enviado a través de las compañías de correo que prestan el servicio en cada uno de los países donde residen los votantes sobre las que no es posible ejercer control alguno. Si los votos no llegan a destino o llegan tarde no hay forma de evitarlo. De allí que despierte sospechas aquel político que se declare enemigo de las urnas. ¿No será enemigo de la limpieza electoral y amigo de la manipulación?.
Un valioso testimonio en ese sentido acaba de brindar, desde Caracas, el presidente de la Federación de Centros Españoles de Venezuela, Félix Barbero, quien reclamó el voto en urna señalando que “el servicio de correos en Venezuela es malísimo. Cuando envías el voto no sabes si llegará y, en muchas ocasiones, ha llegado tarde y no pudo ser escrutado”. Además, denunció, “se han usurpado sacas y manipulado los votos”.
Eso es lo que pretendemos que no ocurra al propiciar el voto en urna extendido a todos los países. No queremos comicios empañados por la manipulación del voto de los emigrantes o las sospechas de fraude.