jueves, 8 de mayo de 2014

Elecciones Europeas: Veintiocho radiografías

 
Diario La Vanguardia de Barcelona

La Gran Coalición alemana se perfila como paradigma vencedor del 25-M | Europeos del Norte a la defensiva; los del Sur, buscando culpables; nerviosos los del Este | El canónico sondeo del CIS augura una España más prudente que contestataria - 09/05/2014

Enric Juliana

Madrid
 
Las elecciones europeas que van a tener lugar entre el 22 y el 25 de mayo en toda la Unión darán una radiografía del Imperio de nuevo tipo. Una radiografía -no una fotografía-, de la base social europea. Las fotos pueden mostrar grandes perspectivas y excelentes detalles. Las radiografías detectan fracturas, inflamaciones y sombras que, en ocasiones, requieren una exploración más profunda. El 25 de mayo habrá nuevo Parlamento europeo y 28 placas radiográficas sobre el estado la Unión, mientras en el confín oriental hay gente que pelea y muere por estar dentro, o mantenerse en el umbral.

Comienza la campaña. La superestructura europea pone a prueba la paciencia de los pueblos y la estabilidad de los estados nacionales, especialmente en el Sur. Las urnas llaman a votar un Parlamento con poderes reforzados y por vez primera las principales corrientes políticas señalan sus candidatos a la presidencia de la Comisión. Jean-Claude Juncker, oficial luxemburgués de la tecnoestructura de Bruselas, hombre influyente, lleva la enseña del PPE. Martin Schulz, locuaz socialdemócrata alemán, antiguo librero, con buenos amigos en España y un notable conocimiento de la cultura catalana, aspira a ser el vencedor. Guy Verhofstadt, ex primer ministro belga, es el candidato de la Alianza de los Liberales. Alexis Tsipras, líder de la insurrección social griega, es la figura de referencia de las izquierdas que rebaten frontalmente la austeridad. Ska Keller, ecologista alemana, encabeza el Partido Verde Europeo, junto con el granjero francés José Bové. Marine Le Pen emerge como la informal cabeza de cartel de los populismos que rebaten la cesión de soberanía a Bruselas. Los populistas no disponen de una estructura supranacional, seguramente incompatible con su discurso. Le Pen destaca porque puede ganar en Francia. Le sigue el movimiento de Beppe Grillo, seguramente segundo en Italia. Viene después el Partido de la Independencia del Reino Unido (UKIP), rampante en Inglaterra. La melena albina de Geert Wilders, líder del Partido de la Libertad holandés. Los Verdaderos Finlandeses del abrupto Timo Foini...

Suma y sigue. Más allá de Viena, el nacionalismo conservador húngaro, férreo y dominador, teje buenas relaciones con Moscú. Las precauciones checas. La crisis de Eslovenia. El estreno de Croacia. La reafirmación de Polonia, con ganas de mandar, acariciando el ingreso en el euro y muy activa en la crisis de Ucrania. El renovado temor de las tres repúblicas bálticas ante los ejercicios rusos de musculatura. Las ganas de Suecia de tener más peso en la Unión. La distancia de Dinamarca. Irlanda, levantando cabeza, con sus pugnas de siempre. La tremenda dignidad de Portugal. Presidiendo la escena, la fenomenal estabilidad alemana.

Todas las encuestas detectan una gran contradicción: los europeos captan la importancia de las elecciones de mayo, pero a muchos les vence el impulso de quedarse en casa, porque no les gusta lo que ven. En el Norte temen perder el bienestar acumulado. En el Sur se buscan culpables. En el Este vuelve a haber nervios, porque regresa la Casa Rusia. Nunca tanta gente se había planteado no participar en unas elecciones tan importantes.

Preside Alemania, bóveda de la Unión, alcaide del euro y potencia económica inapelable. Alemania es una Gran Coalición y ese puede ser el paradigma que acabe ganando las elecciones, si las fuerzas frontalmente hostiles al Directorio consiguen más del 25% del nuevo Parlamento.

En España, el canónico sondeo del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) ofrecía ayer el retrato de una España más conservadora de la que aparece en los periódicos y de la que se exclama en las redes sociales. Con una abstención del 49%, PP y PSOE sumarían el 64% de los votos. Ganaría el PP con más de dos puntos de diferencia (33,7%, 20-21 eurodiputados) sobre el PSOE (31%, 18-19 representantes). Ambos partidos sumaron más del 83% de los sufragios en las europeas de junio del 2009. Ello significa una bajada de veinte puntos. Por encima del 60%, el armazón bipartidista resiste. En el vaticinio del CIS no emerge un claro partido de la protesta. IU sube, pero le sale una rama por la izquierda: la candidatura Podemos, del joven Pablo Iglesias, podría obtener un eurodiputado. La UPyD de Rosa Díez también sube, pero no rompe. Los Ciudadanos de Albert Rivera harían el experimento con gaseosa. Vox, sin voz. Retrato de una España prudente, donde la novedad sigue siendo la acentuada e irreversible esfera catalana. La coalición de CiU con PNV y Coalición Canaria se aseguraría tres diputados. ERC, en solitario, obtendría dos. La competición interna en Catalunya será foco la noche del 25 de mayo.
 
 

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