martes, 25 de noviembre de 2014

"Pequeño Nicolás", el joven impostor que puso en ridículo al poder español


Diario La Nación - Buenos Aires

En la foto se le escapa una sonrisa pícara, inquietante, mientras inclina la cabeza para estrechar la mano de Felipe VI. El rostro adolescente de Francisco Nicolás Gómez Iglesias refleja un aire de triunfo al pasar por el besamanos celebrado en el Palacio Real el día de la proclamación del nuevo rey.

Cinco meses después de aquella imagen, Gómez Iglesias, de 20 años, disfruta de la celebridad mediática gracias a una alocada aventura de imposturas y engaños que llena de incomodidad a las altas esferas del poder español, desde la Casa Real hasta el gobierno de Mariano Rajoy, el Partido Popular (PP) y los servicios de inteligencia.
 
Lo llaman el "Pequeño Nicolás" y en los últimos tres años se movió sin encender alarmas en ámbitos políticos y empresariales como un supuesto gestor de influencias. A veces se presentaba como un espía; otras, como un representante de la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría o como un asesor secreto del rey Juan Carlos.
 
Su suerte cambió el 14 de octubre cuando la policía lo detuvo en Madrid acusado de falsedad, estafa y usurpación de identidad. Tenía en su poder informes falsos del Centro Nacional de Inteligencia (CNI), que -se supone- pretendía vender.
 
Pero con el arresto, que duró apenas tres días, estalló su fama. Los medios llevan semanas deleitándose con el álbum de "selfies" que publicaba el "Pequeño Nicolás": estuvo al lado de Mariano Rajoy cuando votó en las elecciones que lo llevaron a la Moncloa; tiene imágenes con el ex presidente José María Aznar; salió al balcón de la sede del PP en un reciente triunfo electoral, y se retrató con decenas de altos cargos del partido gobernante, empresarios y aristócratas.
 
Este fin de semana el "Pequeño Nicolás" -o Fran, como prefiere que lo llamen- rompió el silencio. Su aparición en un programa del prime time del sábado en Telecinco rompió récords de audiencia.
 
Durante dos horas contó un bestseller en primera persona. Dijo haber sido el "enlace" entre el rey Juan Carlos y el sindicato que promueve la causa de corrupción contra su hija, la infanta Cristina, para negociar el retiro de la acusación. Que el gobierno le había encargado negociar con el ex líder catalán Jordi Pujol el fin del reto independentista a cambio de frenar las investigaciones de corrupción contra él y su familia. Que festejó su cumpleaños en un departamento de playa del presidente de la Comunidad de Madrid, Ignacio González. Y que es colaborador del CNI y de la vicepresidencia en misiones secretas de "alta relevancia" para el Estado.
 
"Tengo material muy sensible. Podría dimitir muchísima gente. Y si a mí me pasara algo, saldría a la luz", declaró.
 
La jueza que sigue su caso por estafas concluyó que el joven posee "una florida ideación delirante de tipo megalomaníaco", pero se preguntó cómo podía ser que "con su mera palabrería Francisco Nicolás pueda acceder a las conferencias, lugares y actos a los que accedió sin alertar desde el inicio de su conducta a nadie".
 
Esa misma duda cimienta su popularidad en una sociedad harta de los escándalos que involucran a su clase política. A partir de sus apariciones mediáticas del fin de semana, la Moncloa, la Casa Real y hasta CNI emitieron comunicados para desmentir toda relación con el "Pequeño Nicolás".
 
Pero las sospechas subsisten. Sobre todo porque cuesta explicar cómo financiaba sus operaciones un joven de clase media, estudiante de derecho, cómo hacía para infiltrarse en lugares en apariencia reservados para personalidades selectas y cómo gestó la increíble agenda de contactos de la que siempre alardeaba.
 
Una de sus apariciones más insólitas ocurrió en Ribadeo, Galicia, el 14 de agosto. Había gestionado un almuerzo con el dueño de ALSA, una de las más grandes empresas de transporte de España, a quien había convencido de que iría acompañado por Felipe VI. El pueblo se preparó en sigilo para la visita real. A la hora de comer llegaron al lugar dos autos de alta gama con la sirena azul del servicio secreto. Detrás apareció un sedán blindado del que se bajó el "Pequeño Nicolás".
 
El empresario relataría luego su decepcionante comida con el joven que se presentaba como un asesor de la Casa Real y le proponía acciones difíciles de justificar. Entre los custodios que llevaba ese día iba un hombre que trabaja en la seguridad del Ayuntamiento de Madrid, lo que puso en aprietos a la alcaldesa Ana Botella.
 
En la cima de su impostura llegó a hablar por teléfono con Juan Carlos I para pedirle una audiencia, según relató ayer en un artículo publicado por El País Javier Ayuso, ex jefe de comunicación de la Casa Real. Según esa versión, el rey atendió sorprendido su celular y derivó la llamada a su secretario privado. Éste le pidió a Nicolás que concretara su pedido por escrito, algo que nunca sucedió.

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