jueves, 13 de febrero de 2014
Historia de periodistas hispano-uruguayos
Por Manuel José López Faraldo
Periodista de Montevideo, Uruguay. Corresponsal de España Exterior.
Hoy hace 25 años llegaba a la redacción de El Diario, en la calle Río Negro a cien metros del Río de la Plata, con unos nervios y ganas de hacer lo que más me gustaba, lo mismo que venía haciendo en la Asociación de Empleados Bancarios del Uruguay, y había experimentado en 1987 como director de la primera publicación en formato tabloide de la Escuela de Periodismo de la Universidad del Trabajo del Uruguay, donde también en 1989 comenzaría a ejercer la docencia.
Uno mira esta fotografía, el primer reportaje que me tocó realizar en la calle, una nota gráfica de Luis Laventure, y se da cuenta de lo que significa en nuestras vidas y nuestro cuerpo un cuarto de siglo. Pero la verdad que ni yo creía que era capaz, ni sospechaba en absoluto la importancia que tendría para mi ejercer el periodismo profesional.
Un día, luego de un alejamiento de un par de meses de escribir para publicaciones periódicas y dedicarme a las relaciones públicas deportivas, comencé a digitar en la vieja computadora IBM una nota y cuando la terminé me sentí como si hubiera tenido un orgasmo.
Pero luego de veinticinco años aportando a la caja de jubilaciones como periodista, uno comprende muchas situaciones que hemos vivido los profesionales de éste viejo oficio.
Muchos colegas llegan a situaciones límites, perdiendo sus familias, volviéndose adictos a drogas permitidas y a las ilegales, no son comprendidos por sus parejas y -de no conseguir una pareja que les entienda- culminan sus últimos días "solos como los perros". Y tristemente me tocó ver casos de todos estos que detallo.
Es que la locura y el enfrentamiento intelectual que nos lleva a conocer información que no podemos dar a la opinión pública, sabiendo que hasta podemos ser encubridores de todo tipo de crímenes, provoca que algunos tomen para olvidar, otros se "falopeen" para que la culpa no duela y otros terminan llevando los problemas a sus casas, acabando con todo el cariño que como ser humano ha cosechado.
A mi, me ha tocado estar más alejado de lo que me hubiera gustado estar de la infancia de mis hijos, pero afortunadamente en aquel momento tuve una compañera que me ayudo a criarlos, y cuando iba caminando solo por los caminos que se me presentaban, la vida me da una tercera oportunidad con Elina Franco, que siente el mismo amor que yo siento por ella y está dispuesta a hacerlo eterno; entonces las infelicidades de mi profesión de periodista se ven aliviadas con mi compañera, hij@s, niet@s y amig@s apoyándome cada vez que lo preciso.
Pero el dolor intelectual, ese sentimiento que pone en aprietos a nuestra ética y acorrala los valores que atesoro como la afortunada herencia de mis padres, un camionera y una sirvienta gallega, ese dolor lo curo publicando y comentando muchas cosas en este muro del Facebook, para desgracia de muchos que no concuerdan conmigo y me consideran su enemigo y para el beneplácito de quienes me estiman como amigo aunque discrepen radicalmente con mis comentarios.
Hoy, como delegado o corresponsal de la publicación España Exterior, sigo sintiendo el mismo compromiso que tuve cuando aquel 13 de febrero de 1989 me senté a escribir mi primera nota, o el que profesaba en las aulas de la Universidad del Trabajo o en el Instituto Periodismo por Periodistas cuando intentaba desde la docencia incentivar a futuros periodistas o a futuros críticos del periodismo para comunicar un mundo mejor, donde el periodismo cumpla la función de dar a conocer al pueblo, a los de a pié, lo que tienen el privilegio de saber los que ostentan el poder, los que dominan el mundo con sus recursos económicos y poco saben de humanidad.
Hoy, ya peinando canas hace años, titulado tres veces de abuelo, enamorado de mi compañera, y con un grupete de amig@s del que estoy muy orgulloso, sigo escribiendo y sintiendo el mismo placer cada vez que envió un artículo periodístico a mi redacción, y tengo el mismo compromiso por la defensa de la comunicación responsable para formar hombres y mujeres libres que construyan un mundo más solidario.
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