¿Tú crees que conoces al gallego? No, ni aunque hagas 18 másters en Harvard
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Conocer a un gallego te puede llevar 200... 400 años, más o menos.
Los gallegos somos polifacéticamente raros, pero muy raros, extraños, extrañísimos, y para comprendernos te lo juro que no es fácil, ni naciendo aquí hay cosas que puedas entender. Yo no sé qué tenemos dentro del cerebro, si algo especial por eso de vivir en una esquina, si es el viento racheado de estos lares, si es el color verde del campo, si es que las rías no solamente son entradas en la costa sino también en el cráneo y nos toca algún nervio o… ¡oye! ¿serán las vacas, que a lo mejor tienen algo que ver y no se ha estudiado el asunto? No sé, pero algo nos ocurre.
Y es que aquí pasan cosas que no suceden en otras partes del mundo, pero en ninguna. A ver, dime una: ¿Louisiana?, no; ¿Montevideo?, tampoco; Londres… no. Y así puedes seguir diciendo sitios y sitios, lugares y lugares, ciudades y ciudades hasta que te canses; pero como se te escape Vigo, Lugo o Carnoedo, por ejemplo, pues sí, entonces sí; ahí, como es Galicia, sí suceden, sí suceden cosas insólitas, únicas.
Vamos a ver: Un gallego (yo por ejemplo, porque también lo hago) está en la calle, por ejemplo, y se le acerca un turista para preguntarle por la salida de A Coruña, una situación normal ¿no?. Vale; pues entonces, el gallego señalando al fondo con un dedo, como si fueras la estatua de Cristóbal Colón de Barcelona, le dice: ¿Ve aquélla casa azul?, «sí», responde el turista. ¿Ve que más allá hay un letrero amarillo con unas letras rojas?, «sí», contesta. ¿Y ve que hay allí una desviación, que hay dos carreteras, una a la izquierda y otra a la derecha?, «sí». ¿Pues ve la de la izquierda? «sí». Pues esa no, no, la otra.
Pero vamos a ver Santiago Apóstol, San Juan Crisóstomo, Teresiña de Calcuta yo qué sé quién ya…. no es más fácil decir ¿Ve el vial, el de la derecha?, pues ese es. Pues imposible. Ilusionamos al tipo, y cuando ya ve el que le indicamos, cuando todo ser humano, pero todos; desde Rusia a Casablanca pensaría que el vial que le señalamos es el de salida… le damos al pobre un quiebro cerebral y le decimos: «No; pues ese no, no, el otro».
Esto no lo hace nadie, pero nadie de nadie, ni en la peor situación de haberte bebido todo el JB del mundo el HJR o el PZCD; solamente nosotros, los gallegos, los que estando en una escaleras no se sabe si subimos o bajamos, los que cuando nos preguntan respondemos con otra pregunta y que cuando nos presentan a alguien y dice el nombre, nos da lo mismo como se llama, dónde vive o lo que hace porque para nosotros lo importante es… «e ti, ¿de quen ves sendo?». Te lo juro que únicos.
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