viernes, 16 de mayo de 2014

Como enfadar a un gallego

«No hay muchas más razones para enfadar a un gallego»

La periodista Ana Bulnes, autora del artículo «Cómo enojar a un gallego», explica que no fue muy difícil realizar su curioso decálogo

 
Por Sara Cabrero - Diario La Voz de Galicia
«Cómo enfadar a un gallego», un curioso artículo que recogía la web americana Matador Networks, ha triunfado entre los ciudadanos de la comunidad y ha conseguido romper algunos de los esquemas y estereotipos con los que muchos extranjeros llenaban su conocimiento sobre los habitantes del noroeste de la península ibérica. Cargado de razón, el reportaje de la periodista viguesa Ana Bulnes ha dado mucho de qué hablar, y no solo a orillas del Atlántico.
Dice el refranero popular que «hai un galego na lúa» y Bulnes parece ser realmente consciente de ello. Quizás fue esa la razón que la llevó a redactar un completo decálogo con los principales consejos que los foráneos deben seguir a pies juntillas cuando tengan la suerte de cruzarse con un gallego en su camino. Hacer una lista de mandamientos como esta no siempre es una cuestión sencilla, pero a esta viguesa no le supuso un gran esfuerzo: «No hay muchas más razones que consigan enfadar a un gallego. Lo consulté con mis amigos y más o menos todos coincidíamos en lo mismo».
Y es que, tal y como recoge el artículo de la periodista, enojar a un gallego es cuestión de desconocimiento. «Nunca te darás cuenta. Seguiremos sonriéndote, hablando contigo, puede que hasta te demos la razón. Pero, en lo más profundo de nuestro ser, nuestra opinión sobre ti ha cambiado. Ya no eres ese extranjero exótico que se nos acercó para preguntar alguna dirección, alguien que por un momento pensamos que nos gustaría que fuese nuestro amigo. Has hecho dos o tres de estas cosas. Una detrás de otra. Estás en la lista negra», así reza el principio de una completa guía sobre cómo tratar a los gallegos. Toda una declaración de intenciones que permite a los poco expertos intuir las nefastas consecuencias que puede conllevar confundir términos tan básicos como la localización de Galicia en un mapa o la generalización de los toros, la siesta y la paella.
Ana Bulnes también comparte esta idea y sin duda cree que la peor forma de ganarte la enemistad de un gallego es colocándole los estereotipos que les tocan a otros: «La forma más fácil de enfadarnos es sin duda creyendo que lo de los toros, la paella y el flamenco es tan nuestro como de los del sur». Y es que aunque podamos arrancarnos por bulerías y la siesta nos guste tanto como a los demás, en Galicia lo de los faralaes es algo más bien anecdótico.
Como anecdótico es que un gallego imite las costumbres sureñas y decida aceptar la amistad de alguien de buenas a primeras sin pasar por ese primer momento de desconfianza. «Nosotros no somos como los del sur, que nada más conocerte ya te quieren para toda la vida. Pero pasado el momento inicial de típica desconfianza gallega, cuando consigues que confiemos en ti, has conseguido un amigo de verdad y para siempre», resume Bulnes, que además advierte: «Seas de donde seas hay tópicos extendidos que la gente cree erróneamente que te molestan de una forma más especial. Y además lo peor es que piensas que todo el mundo debería saber ciertas cosas que tristemente no conocen».
Sabemos que aquí llueve y que somos riquiños cuando hablamos cantando. Sabemos que siempre respondemos una pregunta con otra cuestión e incluso admitimos que el agua de nuestro mar está tan fría que solo con meter la punta del dedo gordo del pie puedes llegar a perder la sensibilidad del resto del cuerpo. Lo sabemos. Pero no es necesario que cada vez que el resto del mundo inicie una conversación con un gallego acabe derivando sus palabras hacia la larga lista de tópicos que existen sobre nosotros.
La mejor forma de aprender es aprendiendo. Y la mejor forma de conocer a un gallego es conociéndolo. Ana Bulnes lo resume en una sencilla frase: «Los que han podido disfrutar de Galicia siempre dicen lo mismo; en general hablan de nosotros como un lugar con paisajes preciosos, con gente acogedora y encantadora y con una gastronomía envidiable». Los que los conocen lo saben, los que no, están deseándolo.
Y el resto es pura palabrería; porque tópicos «habelos, hailos».

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